💔NO ES LA PÉRDIDA: ES EL VÍNCULO 💖

No todos los duelos se sienten igual

He vivido más de un duelo en esta vida. Primero perdí a mi padre. Años después, perdí a mi esposo. Durante mucho tiempo pensé que el dolor tendría una forma parecida, que la ausencia se sentiría de la misma manera. No fue así.

La muerte de mi padre fue una herida profunda, pero anclada a la raíz. Se fue alguien que había sido origen, historia, referencia. El mundo siguió en pie, aunque más silencioso. Su ausencia se sentía como un vacío que dolía, pero que la vida, de algún modo, sabía dónde colocar.

Con la partida de mi esposo, todo fue distinto. No se fue alguien de mi pasado, se fue alguien de mi presente. De mi cotidianidad. De mi forma de habitar los días. No solo dolió la pérdida; se desarmó la estructura sobre la que estaba construida mi vida diaria.

Con mi padre aprendí a despedirme. Con mi esposo he tenido que aprender a vivir distinto. No porque uno haya dolido más que el otro, sino porque ocupaban lugares completamente diferentes en mi vida. Uno estaba en la raíz. El otro caminaba a mi lado.

Hay días en los que el recuerdo de mi padre aparece con una calma que no duele. Hay otros en los que la ausencia de mi esposo se siente presente en lo cotidiano, en los silencios, en las decisiones pequeñas que antes no pensaba sola.

Con el tiempo entendí que no todos los duelos se atraviesan igual. No porque uno sea más importante que otro, sino porque cada vínculo deja una huella distinta en la vida.

Cada vínculo deja su propia huella, y cada ausencia exige una forma distinta de ser habitada. Yo no intento cerrar ninguno de estos duelos. Los llevo conmigo, como se lleva lo importante.

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